La pieza pertenecía a una niña con cuerpo de princesa, ahora ella se encontraba sentada a la orilla de la cama, tenía puesto un vestido color mantequilla, estaba escuchando música mientras abrazaba a su peluche favorito -con el que dormía- se veía bastante tranquila, pero algo la acongojaba. Sobre una mesita había una bandeja en la que reposaban una taza de café vacía, cáscaras de una naranja y el envoltorio de una barrita de chocolate, todo se había acabado, pero ella deseaba más.
Se puso de pié y camino hacia el espejo, se miro vanidosamente, cada detalle de su cuerpo y su vestido, algo no le gustaba, dejo el peluche a un lado y meditó que era lo que desencajaba...
Su pelo, su hermoso pelo largo, lo cuido durante bastantes años, pero era hora de un cambio, tomo las tijeras y sin pensarlo 2 veces lo corto sobre los hombros. ¿Ahí se veía mejor? Si, se sentía mas tranquila, el pelo esparcido por el piso, quizás después se arrepentiría de lo que hizo, pero ahora ese no era el problema.
Miro sus ojos, sus grandes y profundos ojos color marrón oscuro, pensó cuanto amaba mirar a las otras personas a los ojos, pero si se daban cuenta se cohibía, tenía una pequeña obsesión por los ojos claros, pero más de una vez ojos tan profundos como los de ella la consumieron.
Aún con esa sensación de querer comer algo, abrió la puerta de su armario y busco algo, siempre escondía chocolates, paletas o uno que otro paquete de galletas, esta vez no había nada. Cerro las puertas con rabia, se paro en medio de la habitación miro a la cama el gato que nunca tuvo y luego se acerco a los cestos de juguetes sacando un "yo-yo" el cual recordaba perfectamente que ese era su amado perro. Recordó que de pequeña siempre quiso tener un Tiranosaurio, ese imponente dinosaurio prehistórico, se acerco a su alcancía y dentro de ella encontró solo 2 monedas de $1 y $5, tenía fe en que con eso le alcanzaría a comprarse uno.
Ya se estaba haciendo de noche, hoy quería salir a ver las estrellas en el cielo, limpio el desorden, junto el pelo tirado en el piso, puso el peluche en su lugar y abrió la ventana, había demasiado luz, no podía ver los astros con todo su esplendor, solo resaltaba la que ella denomino "SU" estrella, la mas brillante y con mas linda forma en todo el cielo -a veces creía que era mas linda que la misma luna- Pero verla a ella no era suficiente, quería ver todo el cielo, se acerco a la orilla de la ventana y pensó en volar, en tener esas alas negras que siempre soñó, que resaltarían con el vestido mantequilla que traía puesto, y como deseo concedido unas enormes alas salieron de su espalda, emprendió el vuelo a un lugar donde no hubiese luz, donde nadie la molestara mientras ella hacia sus dibujos con las estrellas.
Después de haber estado horas tendida sobre una pradera, decidió volver y escribir todo lo que pensó en sus cuadernos, con sus alas voló lentamente a casa, esa que parecía un castillo custodiado por el feroz dragón, y ella a pesar de poder ser "libre" algo le decía que debía volver.
Ya de vuelta en su lecho, abrió el mismo closet en el cual busco comida, pero esta vez se fue a la parte mas baja de este, ahí todos sus cuadernos, sus historias, sus pensamientos y sentimientos, todo lo que recordaba alguna vez haber escrito.
Sintió curiosidad por sus propias palabras, algunas le desagradaron a sobre manera ¿Como ella pudo escribir cosas tan horribles y sin sentido alguno?, Leyó, leyó y releyó cada cuaderno, hasta que tomo uno con una hoja en blanco, el lápiz que se supone que escribiría lo que sentía, pero había un problema, no sabia como hacerlo.
Entro en desesperación tenia muchas cosas que escribir, su amor por las estrellas, el príncipe que le robaba el sueño y la hacia suspirar de amor, las penas por las que pasaba o simplemente la historia de un pájaro que quería encontrar su nido. Pero no podía, era imposible, en su histeria rompió cuadernos, escritos quiso borrarlo todo, quemo algunos, los borro de su vista.
Después se quedo ahí tirada en el piso, empezó a sentir frió, sus mejillas estaban húmedas de tanto haber llorado, las penas acumuladas en su pecho estaban haciéndola una víctima, víctima del silencio, de no poder decir lo que siente o no poder escribirlo.
Se cobijó con sus propias alas, no quería levantarse del piso, había mordido su labio y ahora su mente se concentraba en detener el sangrado, intento dormir y mientras lo hacia siento su corazón, latía fuertemente, se sentía desesperado, ahogado, bombeando a mas no poder, como cuando corres por metros o piensas en ese príncipe. ¿Cuando fue la ultima vez que escucho un corazón que no fuese el suyo? Tenía unas ganas enormes de sentirse entre unos brazos, apoyada en el pecho de la persona escuchando, atentamente lo que ella a veces había olvidado que tenía.
A fin de cuentas de quedo dormida en el suelo, entre hojas rotas y otras quemadas, en los restos de su pelo, cobijada con las alas de plumas negras regadas por toda la habitación, se quedo dormida con esa hermoso vestido mantequilla, se quedo dormida escuchando el latido de su corazón, que dormida en un brote de locura impredecible.
Debía tomarse un Receso Obligatorio.
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