Había una niña en medio de la habitación, un peluche colgaba de su mano, parecía ser un oso. De vestido simple de un color mas o menos celeste, ojos grandes y brillantes de un color café oscuro y un pelo largo y oscuro con brillos celestiales.
En un rincón de la misma habitación un pequeño gato, bastante jugueton, de colores grisáceos que saltaba persiguiendo a un saltamontes. Al otro lado una puerta que conducía a algún lado, pero que ni el gato ni la niña se atrevían a abrir.
Como si el tiempo fuera un suspiro la situación cambia, la niña ahora era una adolecente
el peluche estaba sentado en el piso a su lado el gato ya estaba mas viejo y solo dormía
la muchacha tijera en mano cortó su pelo lo mas corto que se permitio.
La puerta seguía ahí en frente aun no se atrevía a abrirla.
En el piso lágrimas, sangre y cabellos, tantas cosas habían sucedido ahí, en esa niña y en ese gato. Sentada en el piso miro a su alrededor la habitación ya no era como la recordaba, muchas cosas habían cambiado, en los rincones habían risas, llantos, amores y corazones rotos, desconfianzas y traiciones, perdones y olvidos todo era mas complicado y abundante que antes.
Se puso de pie y camino hacia la puerta, unos metros antes encontró en el piso una moneda de insignificante valor sus ojos brillaron de la emoción es como si hubiese encontrado una fortuna.
Ahora podría obtener lo que quería, con eso podría comprar lo que que deseaba.
Una vez mas se vio aquella niña, esta vez su pelo era mas corto sus ropas mas desgastadas, su pelo un poco mas claro, sus ojos con menos brillo pero con mas esperanzas, Tomo el peluche, acaricio al gato y con esa moneda obtendría lo que quería...estaba decidida.
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